Según la última encuesta elaborada por IMA Estudios de Marketing S.A.C. a nivel nacional, el 22.8% de peruanos votaría por Luis Castañeda Lossio. Este segundo lugar - detrás de Alejandro Toledo que tiene 27.3% de intención de voto según el mismo sondeo - es preocupante porque el líder de la agrupación política Solidaridad Nacional está demostrando unos niveles de corrupción que exceden cualquier límite imaginado por sus detractores. ¿Qué pasa con nuestros compatriotas? ¿han decidido practicar solidaridad con los corruptos o han desarrollado una necesidad de ser manipulados, engañados y finalmente estafados por sus autoridades?
Los cuestionamientos a la gestión de Castañeda hace tiempo dejaron de ser simples sospechas y se han convertido, gracias a la prensa independiente y a algunos grupos de ciudadanos vigilantes y conscientes de su papel fiscalizador, en realidades monumentales, imposibles de ocultar con declaraciones a medias o mutismos selectivos.
Desde la sobrevaloración de las obras relacionadas al Metropolitano (con presupuestos que pasaron de 18 a 30 millones de soles de un momento a otro sin explicación convincente ni aplicación práctica) hasta los últimos escándalos de Comunicore y los Hospitales de la Solidaridad, todo apunta a que Luis Castañeda Lossio no dio puntada sin hilo y que en estos dos períodos al frente del municipio limeño, aprovechó hasta la última de sus "obras" para generarse una inmensa fortuna. Y ahora pretende la Presidencia.
Recordemos primero el caso Comunicore: la Municipalidad de Lima debía 35 millones de soles a Relima, la empresa que le brindaba servicios de limpieza. En diciembre del 2005, la Municipalidad llega a un acuerdo con Relima para hacer un fraccionamiento de la deuda en 10 años. Pocos días después, aparece esta misteriosa empresa Comunicore y compra la deuda en 14.5 millones de soles. Acto seguido, durante la última semana de diciembre, la Municipalidad le paga a Comunicore el monto completo de la deuda, dejando un saldo de casi 22 millones de soles prácticamente en el aire, que fue cobrado sistemáticamente por diferentes personas en distintos distritos a través de cheques de gerencia y todos, según investigaciones de la Contraloría, iban a parar a cuentas cuyos titulares eran los altos dirigentes de Comunicore, algunos allegados directos de Luis Castañeda Lossio. Por ejemplo, José Luis Pinillos Broggi, esposo de Giuliana Belaúnde Lossio, sobrina de Castañeda.
Apenas se cerró el pago completo de la deuda, los "ejecutivos" y "directores" de Comunicore liquidaron la empresa y la transformaron en Esaróstica Contratistas Generales S.A., una empresa fantasma de rubro desconocido. Las primeras investigaciones dieron más sorpresas: los supuestos dueños y dirigentes de Esaróstica, eran personas humildes y sin educación formal, pobladores de Comas y otros distritos similares que ni siquiera sabían que sus nombres había sido registrados, en una alejada notaría de La Oroya, como representantes de esa misteriosa compañía. Uno de los domicilios legales consignados por los estafadores pertenecía a Miguel Garro, ex funcionario de Relima y también perteneciente al entorno amical de Castañeda Lossio.
Hoy el caso se encuentra nuevamente en el ojo de la tormenta debido a nuevas revelaciones que indican participación directa de Luis Castañeda Lossio en este negociado - la acusación de la Contraloría es por malversación, colusión desleal y delito contra la administración pública - además de indicios de que no solo canceló la deuda completa sino que entregó una cantidad mayor y que ninguna de estas transacciones cumplió con los impuestos que la ley exige en estos casos. Solo por esta historia ese 22.8% debería transformarse en una desaparición total de cualquier encuesta de intención de voto, a menos de medio año de las elecciones.
Con respecto a los Hospitales de la Solidaridad, punta de lanza de su gestión en cuanto a obras municipales, se están destapando una gran cantidad de secretos relacionados a estos policlínicos público-privados. Para empezar, no son realmente una obra municipal sino un tremendo negocio privado en el cual el principal beneficiado es otro de los amigos de Castañeda, el cirujano Luis Rubio Idrogo quien, desde su puesto como director de SISOL (Sistema Metropolitano de Solidaridad) registró a su nombre la denominación "Hospitales de la Solidaridad", razón por la cual el Municipio deberá pagarle al Dr. Rubio se desea que este programa de salud siga llamándose así.
Pero no solo es el tema del nombre de los hospitales el que está rodeado de irregularidades. Como no constituyen una empresa pública, los Hospitales de la Solidaridad, regentados por SISOL, la institución municipal dirigida por Rubio, no celebra ninguna clase de licitación para sus proveedores ni para la contratación del personal médico que atiende, ya sea en sus 13 locales fijos, ubicados en diversos distritos de la ciudad (Surquillo, Ate, la Victoria, San Juan de Lurigancho, entre otros) o en sus versiones "itinerantes", verdaderos hospitales de campaña que se instalan frente a parques, mercados y plazas sin medidas de salubridad, realizando atenciones elementales y sin la capacidad para hospitalizar ni operar en casos de emergencia.
Actualmente, en plena campaña presidencial, Luis Castañeda Lossio viene esquivando los cuestionamientos con el estilo que ya todos conocemos: arbitrariedad en las respuestas, silencio frente a las preguntas incómodas y explicaciones delirantes, como la que acaba de dar con respecto a la aparición de su nombre en inmensos paneles que publicitan sus fabulosas y sobredimensionadas obras, en abierta violación a la ley electoral. Dice Castañeda: "Legalmente, no se estaría violando absolutamente nada, formalmente no soy candidato hasta que no me inscriba; entonces qué ley estoy violando" cuando ya ha anunciado en más de una oportunidad su deseo de postular en los próximos comicios.
Los cuestionamientos a la gestión de Castañeda hace tiempo dejaron de ser simples sospechas y se han convertido, gracias a la prensa independiente y a algunos grupos de ciudadanos vigilantes y conscientes de su papel fiscalizador, en realidades monumentales, imposibles de ocultar con declaraciones a medias o mutismos selectivos.
Desde la sobrevaloración de las obras relacionadas al Metropolitano (con presupuestos que pasaron de 18 a 30 millones de soles de un momento a otro sin explicación convincente ni aplicación práctica) hasta los últimos escándalos de Comunicore y los Hospitales de la Solidaridad, todo apunta a que Luis Castañeda Lossio no dio puntada sin hilo y que en estos dos períodos al frente del municipio limeño, aprovechó hasta la última de sus "obras" para generarse una inmensa fortuna. Y ahora pretende la Presidencia.
Recordemos primero el caso Comunicore: la Municipalidad de Lima debía 35 millones de soles a Relima, la empresa que le brindaba servicios de limpieza. En diciembre del 2005, la Municipalidad llega a un acuerdo con Relima para hacer un fraccionamiento de la deuda en 10 años. Pocos días después, aparece esta misteriosa empresa Comunicore y compra la deuda en 14.5 millones de soles. Acto seguido, durante la última semana de diciembre, la Municipalidad le paga a Comunicore el monto completo de la deuda, dejando un saldo de casi 22 millones de soles prácticamente en el aire, que fue cobrado sistemáticamente por diferentes personas en distintos distritos a través de cheques de gerencia y todos, según investigaciones de la Contraloría, iban a parar a cuentas cuyos titulares eran los altos dirigentes de Comunicore, algunos allegados directos de Luis Castañeda Lossio. Por ejemplo, José Luis Pinillos Broggi, esposo de Giuliana Belaúnde Lossio, sobrina de Castañeda.
Apenas se cerró el pago completo de la deuda, los "ejecutivos" y "directores" de Comunicore liquidaron la empresa y la transformaron en Esaróstica Contratistas Generales S.A., una empresa fantasma de rubro desconocido. Las primeras investigaciones dieron más sorpresas: los supuestos dueños y dirigentes de Esaróstica, eran personas humildes y sin educación formal, pobladores de Comas y otros distritos similares que ni siquiera sabían que sus nombres había sido registrados, en una alejada notaría de La Oroya, como representantes de esa misteriosa compañía. Uno de los domicilios legales consignados por los estafadores pertenecía a Miguel Garro, ex funcionario de Relima y también perteneciente al entorno amical de Castañeda Lossio.
Hoy el caso se encuentra nuevamente en el ojo de la tormenta debido a nuevas revelaciones que indican participación directa de Luis Castañeda Lossio en este negociado - la acusación de la Contraloría es por malversación, colusión desleal y delito contra la administración pública - además de indicios de que no solo canceló la deuda completa sino que entregó una cantidad mayor y que ninguna de estas transacciones cumplió con los impuestos que la ley exige en estos casos. Solo por esta historia ese 22.8% debería transformarse en una desaparición total de cualquier encuesta de intención de voto, a menos de medio año de las elecciones.
Con respecto a los Hospitales de la Solidaridad, punta de lanza de su gestión en cuanto a obras municipales, se están destapando una gran cantidad de secretos relacionados a estos policlínicos público-privados. Para empezar, no son realmente una obra municipal sino un tremendo negocio privado en el cual el principal beneficiado es otro de los amigos de Castañeda, el cirujano Luis Rubio Idrogo quien, desde su puesto como director de SISOL (Sistema Metropolitano de Solidaridad) registró a su nombre la denominación "Hospitales de la Solidaridad", razón por la cual el Municipio deberá pagarle al Dr. Rubio se desea que este programa de salud siga llamándose así.
Pero no solo es el tema del nombre de los hospitales el que está rodeado de irregularidades. Como no constituyen una empresa pública, los Hospitales de la Solidaridad, regentados por SISOL, la institución municipal dirigida por Rubio, no celebra ninguna clase de licitación para sus proveedores ni para la contratación del personal médico que atiende, ya sea en sus 13 locales fijos, ubicados en diversos distritos de la ciudad (Surquillo, Ate, la Victoria, San Juan de Lurigancho, entre otros) o en sus versiones "itinerantes", verdaderos hospitales de campaña que se instalan frente a parques, mercados y plazas sin medidas de salubridad, realizando atenciones elementales y sin la capacidad para hospitalizar ni operar en casos de emergencia.
Actualmente, en plena campaña presidencial, Luis Castañeda Lossio viene esquivando los cuestionamientos con el estilo que ya todos conocemos: arbitrariedad en las respuestas, silencio frente a las preguntas incómodas y explicaciones delirantes, como la que acaba de dar con respecto a la aparición de su nombre en inmensos paneles que publicitan sus fabulosas y sobredimensionadas obras, en abierta violación a la ley electoral. Dice Castañeda: "Legalmente, no se estaría violando absolutamente nada, formalmente no soy candidato hasta que no me inscriba; entonces qué ley estoy violando" cuando ya ha anunciado en más de una oportunidad su deseo de postular en los próximos comicios.
¿Por qué el 22.8% de peruanos votaría por una persona así? ¿en dónde se ha visto que la mala intención, la sinvergüencería y la corrupción multiforme sean requisitos para tener las preferencias del pueblo en una elección?
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