En el mundo de las ideas, el vocablo “radical” identifica las posturas extremas, intransigentes, que buscan romper con todo lo establecido, sin contemplaciones de ninguna clase, para empezar de cero algo nuevo. En el mundo de los deportes de aventura, el término es utilizado para las maniobras arriesgadas, que requieren de elevadas dosis de osadía y destreza. Y en sentido llano, “radical” proviene de “raíz”, es decir aquello fundamental, profundo y básico. En todos esos sentidos la palabra “radical” puede asociarse tranquilamente al camino político de Álex Kouri Bumachar, pero no asociada al cambio (como pretende ahora venderse en su nuevo partido-vientre de alquiler) sino a la corrupción.
Porque Kouri es un corrupto radical: de raíz, extremo y avezado. Toda su carrera política está ligada a actos de corrupción monumentales, que él niega y voltea a su antojo, cual experimentado editor de periódico de 0.50 céntimos, con un cinismo igual de monumental. Evidentemente, lo hace delante de quienes le dan espacio para hacerlo, periodistas que por ignorancia, por orden de sus superiores o por darse ínfulas de abiertos “a todos los lados de la historia”, le conceden largas entrevistas para que el señor sonría y regale bolsas de azúcar con su rostro impreso en empobrecidas poblaciones del Callao, provincia constitucional que él administra y desvalija desde hace casi quince años. Y no conforme con eso ahora se perfila como candidato de fuerza a la Municipalidad de Lima, gracias a los vacíos y las imperfecciones de una ley electoral que le permite unirse a una “agrupación política” que no tiene partidarios ni programas y ni siquiera nombre fijo y postular si vivir en el distrito al que postula.
Desde su aparición como congresista en el espúreo CCD de Fujimori, al que llegó cuando era joven partidario del PPC, Álex Kouri se las arregló para mantenerse en el ojo público gracias a sus amigos en el Gobierno Central y en la prensa amarilla, que le regalaban titulares de bandera y lo promocionaban como poseedor de un carisma dudoso. En el año 2000, Álex Kouri se reunió hasta en 10 oportunidades con Vladimiro Montesinos, de la mano de su amigo José Francisco Crousillat, para solicitar “favores” de toda clase y para hacer recomendaciones sobre cómo demoler a sus rivales políticos y realzar su propia imagen. Asimismo, para nadie es un secreto que fue Álex Kouri quien facilitó la mítica reunión de Montesinos con su hermano Beto, que se convertiría en el primer “vladivideo”, el inicio del fin de la dictadura fujimontesinista.
Después de renunciar al PPC funda su propio movimiento político, Chim Pum Callao, con el que llega a la alcaldía y se mantuvo en ella durante tres períodos (1996-2006). Luego, bajo el mismo rótulo, fue elegido Presidente Regional del Callao, cargo que concluye este año. A pesar de todo ese tiempo en posición de poder, los problemas de seguridad ciudadana y alta criminalidad, salud, transporte no han sido resueltos a pesar del canon y los ingentes presupuestos que ha manejado. Tampoco ha hecho nada, ni como alcalde ni como presidente regional, para solucionar la grave contaminación por el plomo que emana de la faja transportadora de metales, la cual afecta a los niños con enfermedades bronco-pulmonares y la salud de miles de chalacos. Su figura se levanta sobre la base del autobombo, los vítores de un grupo portátil con muchos elementos de dudosa reputación, derroche de dinero y una sostenida campaña en los medios de prensa.
Entre sus últimas “perlas” solo mencionaremos dos, por su importancia y sus dimensiones: el peaje de la Av. Elmer Faucett y la remodelación de la Av. Néstor Gambetta. En la primera, todos recordamos el descarado negocio con la empresa Convial, gerenciada por su ex-suegro, con la cual armó el tinglado del peaje que debía pagarse para poder ingresar a una vía de solo 18 cuadras. Durante el tiempo que los ciudadanos sufrieron con la imposición de ese peaje, Kouri y Convial recaudaron más de 24 millones de soles y aun está procesado por ese caso. Aunque logró librarse de varios de los cargos, gracias a las argucias abogadiles típicas de estos personajes, la condena moral de la opinión pública no prescribe ni se deroga.
En el caso de la Av. Gambetta, Kouri no dudó en aprovechar su amistad con Alan García para beneficiarse con un Decreto de Urgencia (052-2009) para disponer de casi 520 millones de nuevos soles para “mejorar” la citada avenida. Según los expertos, la inversión en el proyecto apenas llegaría a los 100 millones de soles. El tema, por supuesto, no es profundizado por nadie en la prensa convencional, que en ese sentido termina jugando un lamentable papel de cómplice, una vez más, en estos desfalcos de dinero público. Con todo este rabo de paja a cuestas, resulta increíble que Álex Kouri esté peleando voto a voto el primer lugar en las encuestas pre-electorales y que su llegada al sillón de Nicolás de Rivera sea probable.
Con todo este prontuario ¿usted cree que Álex Kouri sería un buen alcalde?
¿Cree usted que esas encuestas reflejan la verdadera opinión que la ciudadanía tiene sobre Álex Kouri?
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